viernes, 16 de julio de 2010

Roberto Rodrigo: ¡Qué noche la de aquel día!


¡Qué noche la de aquel día! Aún sigo disfrutando de la victoria de España en el Mundial. La euforia invadió España entera en una noche histórica. Los pitidos, gritos, canciones y llantos fueron la expresión de la victoria de una selección, nuestra selección, que ha hecho realidad el sueño de millones de españoles. Toda España fue una fiesta. En Madrid, Barcelona, Bilbao, La Coruña, Albacete, Valencia o Sevilla el escenario era el mismo, fuentes repletas de gente y una canción “yo soy español, español, español”.

España ha recibido a sus galácticos como se recibía en Roma a los Generales victoriosos tras sus batallas. En cada calle, en cada plaza, en cada rincón se saborean las mieles del triunfo. Fue impresionante el recibimiento de la Roja en Madrid, durante todo el trayecto la gente, los españoles y españolas estaban cargados de emociones ¿¿Qué España es grande?? No es grande, es enorme, lo máximo. Como me dijo hace unos días alguien “que suerte tenemos de ser españoles”. Lástima que haya algunos individuos e individuas que por su inutilidad y sectarismo le creen tantos problemas a este gran país y lo que es peor, sin necesidad.

El fútbol, según Gary Lineker, es un juego que inventaron los ingleses para que siempre ganaran los alemanes. El tiempo ha demostrado que se equivocaba. Tenía razón en una cosa, en que es un deporte que lo inventaron los ingleses, pero en lo que se equivocaba es que no ganarían siempre los alemanes, ahora lo hace España. Y es normal, y es que nuestro combinado nacional con las patadas que más disfruta es dándoselas al balón.

Ya conocemos lo que es el espíritu ganador ¿Qué es el espíritu ganador? Es luchar por la victoria sin descanso. Es ser el número uno y seguir siendo tal como eres. Es el coraje que crece dentro de ti y te hace más fuerte. Es eso que no deja que te rindas nunca. Es la fuerza, el empuje, la decisión. Es aprender de las derrotas y de las victorias. Es levantar la cabeza y mirar al frente seguro de uno mismo. Es saber quien eres y hacía donde vas. Ese es el espíritu ganador que hay que tener.
 
Ahora podemos decir que el campeón del Mundo se llama España. Desde la Eurocopa, la selección nacional ha demostrado lo grande que es, lejos de los complejos de si pasaríamos de cuartos o no, a la que los rivales admiran y temen. Ver en balcones y ventanas la bandera de España en lugares como Bilbao, San Sebastián o Barcelona con absoluta normalidad no debería ser una excepción que termine tras la euforia del Mundial, sino el principio de una senda en la que estemos convencidos del potencial de España, yo lo estoy y siempre lo he estado, y de todos los españoles, ya que juntos somos capaces de alcanzar cualquier objetivo y de superar las adversidades. 

Los de Del Bosque han dado una lección a todo el país. Se han mostrado como un elemento de cohesión de España y del hecho de ser español, más allá de las ideologías políticas e intereses partidistas que suelen caer siempre en el sectarismo. La unión de todos los españoles que se ha vivido estos días en torno a la Roja debería extrapolarse a otras esferas de nuestra realidad, evidentemente políticas. Es mucho mejor multiplicar que dividir, pero algunos están interesados, una minoría algo ruidosa, que se empeña, con pocos resultados, en dividir esta gran nación.
 
¿Se dará cuenta el Gobierno y los nacionalistas de que la clave de lo logrado por la Selección ha sido que la unión hace la fuerza? ¿O seguirán empeñados en pensar que España es discutida y discutible para seguir buscando votos entre los separatistas? Dejemos para los progres de pacotilla los eufemismos sobre el concepto “nación”, ya ha quedado claro tras la victoria de la Selección en el Mundial que nación sólo hay una y se llama España. Bueno, siempre ha estado claro, pero para los que no se enteran.

Nuestros deportistas son la última expresión del inmenso salto adelante que gracias a la Democracia ha dado nuestro país. El separatismo político empieza por el deporte y que todos los partidos convocantes de la manifestación del sábado en Barcelona quieren romper la Selección Nacional para que Cataluña compita con España. Para eso tienen el artículo 200 del Estatuto que fomenta la filiación a los organismos deportivos internacionales, para que Puyol, Piqué o Busquets no formen parte del mejor equipo del mundo junto con el madrileño Casillas, el andaluz Sergio Ramos o el manchego Iniesta (Iniesta de mi vida), sino para que se enfrenten a ellos.
 
La bandera nacional en países como EE.UU., Francia o Inglaterra es referencia constante de la vida pública y espero que a partir de ahora, tras ganar el Mundial, nadie sea llamado facha por sacar la bandera nacional cuando le plazca, incluso lo espero de esa clase política no separatista que la esconde de manera vergonzante. Por cierto, ¿Alguien vio alguna bandera republicana, inconstitucional? NADIE.

Ha aflorado el orgullo de ser español, que es el requisito imprescindible para eliminar a todos nuestros graves problemas, que no son otros que los cuatro gatos que dicen ser nacionalistas, junto con Zapatero. Los nacionalistas no quieren que se marche ¿Para qué? Si a través de nuestro Presidente nos están sangrando y consiguiendo casi todo lo que piden. Menos mal que el TC les ha dicho a unos que no, que el Estatuto tiene muchos puntos anticonstitucionales. Le ha costado cuatro años lo que en uno le habría bastado, pero al menos lo ha hecho.
 
La España de la selección tiene un proyecto, una estrategia y un liderazgo. Tres cosas de las que carece el que nos dirige a todos los españoles, Zapatero. No se si el pulpo Paul es de izquierdas o de derechas, pero espero que alguien le coloque en una urna un billete de ida a su querida Cuba y en la otra otro billete, también de ida, para Venezuela. No es que después de ganar el Mundial y de acertar en sus pronósticos no me fíe de Paul, no es eso, es para ponerle el trabajo fácil y espero que con su acierto, si o si, acabe de convencer a los españoles que Zapatero no puede ser el líder que nos dirija y que nunca lo debió ser.


Brindemos pues por España y por los españoles.

Mi vela arde por los dos lados, no llegará a mañana, pero no importa amigos míos, su luz alumbra mi alma.

¡VIVA ESPAÑA SIEMPRE¡

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