Hermann Tertsch, periodista, decía el 10 de junio de 2008 en ABC:

‘Air Berlin ha expresado su estupor ante la deriva hacia el absurdo de las leyes lingüísticas que proliferan por regiones españolas y que son, como bien dice, un insulto a la inteligencia y el sentido común, además de un atentado contra el futuro de quienes las padecen. La compañía del señor Joachim Hunold sólo ha cometido un pecado, que es el lograr que una azafata en cada vuelo de bajo costo hablara el español además del alemán e inglés. Ese es el problema real -el odio que no descansa- que se esconde tras el victimismo de pancatalanistas y la impudicia del presidente de la Generalitat, que defiende una política de la que sus hijos se refugian en el colegio alemán de Barcelona. Triste es que el mundo empresarial y económico español no tenga coraje para denunciar tanto desafuero. Pero eso también es parte de la anomalía vergonzosa de la triste juerga española. Para salir de ella, nada mejor que una Heineken en un vuelo de Air Berlin’.