Nunca me ha gustado que se mezcle la política con otros
temas, como el deporte o la Navidad. La fe nacionalista (y digo fe porque se
basa en dogmas incuestionables) viene salpicando a todos los ámbitos de la vida
en Cataluña, llegando incluso a afectar a temas tan obviamente apolíticos como
las navidades. Una tradición cultural, e incluso religiosa, como es la Navidad,
debería estar al margen de la política, no me parece correcto que unos pocos
impregnen una celebración que es de todos con su simbología nacionalista, que además resulta
excluyente con todos aquellos que no la compartimos.

El caso es que estas pasadas navidades he encontrado banderas
independentistas en todas partes, empezando por los nacimientos (o pesebres),
como el que aparece en esta fotografía tomada en un lugar público de Barcelona.
Quizás es
que no conozco bien la historia sagrada, igual resulta que Jesús nació en un
pesebre de un pueblo catalán, donde colgaban banderas esteladas de sus balcones
para irritar a los invasores romanos. O quizás fuera una muestra de solidaridad
del pueblo judío de Belén (porque por aquel entonces era de Judea, no de
Palestina ¿verdad?) con el bimilenario pueblo catalán al otro lado del
mediterráneo. ¡Qué poco rigor histórico!

Llegados a este punto de introducción de nacionalismos y banderitas en el nacimiento, ¿por qué no adquirir el “Pesebre de la Estelada”, en el que todas las figuritas van ataviadas con sus colores? ¡qué lujo de ropajes y de colorido "nacional"!
Tampoco nos olvidemos de incluir el tradicional “caganer”,
figurita típica en Cataluña y Valencia, que se suele colocar en un rincón del
nacimiento, escondida detrás de un arbusto mientras hace sus “necesidades”, y
que al mismo tiempo bien podría aprovechar para reivindicar la independencia de
los “Países Catalanes” enarbolando su propia bandera estelada.

Hasta aquí, podríamos asumir que se trata de detalles “simpáticos” y originales, realmente muy originales pues no conozco ningún país en todo el mundo cuyos ciudadanos estén tan obsesionados en llenar el nacimiento de banderitas (alegales y no oficiales, por cierto).
Lo que no han tenido en cuenta los sufridos ciudadanos es
que, históricamente, siempre que se ha mezclado política y religión hemos
acabado mal: las Cruzadas, la Inquisición, las Guerras Santas, el
nacional-catolicismo, etc. Nuestros mayores aún recuerdan que durante el
franquismo tanto la Iglesia como el propio régimen estaban absolutamente
entremezclados, en una extraña simbiosis de poder, apoyándose mutuamente. ¿Es
esto es lo que pretenden los nacionalistas? ¿Qué la religión y las tradiciones
se politicen, haciendo que muchos nos sintamos excluidos de la tradición navideña por esta parafernalia?
La respuesta es bien sencilla, todo forma parte de un plan estratégico, para
lograr que el independentismo sea visto como algo lógico y natural, con un
goteo continuo de símbolos, cual lluvia fina que cala profundamente, y no se
rechaza ningún apoyo, ni siquiera el de la Iglesia. ¡Pero si hasta Sor
Lucía Caram, la monja tuitera, se manifiesta a favor de la independencia de
Cataluña!
Si por algo se caracterizan los nacionalistas (que no por su
rigor histórico) es por su tenacidad, constancia y por su afán de evangelizar y
expandir sus ideas “urbi et orbe” en todos los ámbitos de la vida. Así, cuando
se ponen a politizar las navidades, no dejan escapar ningún cabo suelto para
seguir haciendo su propaganda, introduciendo también las esteladas en los
Talleres de Navidad, donde los niños realizan trabajos manuales, en el que les
enseñan “decoración estelar”. No es casualidad, la sacrosanta fe nacionalista cuenta
con una potente “catequesis” para adoctrinar a los niños en ella, introduciendo
en sus juegos la sempiterna bandera estelada y sus dogmas incuestionables.
En este caso concreto, el taller de “Formación del Espíritu Nacional"
se realizó en un pabellón público de Berga, coordinado por la Assamblea Nacional
Catalana, esa entidad separatista a la que CIU y ERC apoyan y subvencionan con
dinero público. Es un hecho evidente que se está adoctrinando a los niños en
una doctrina, el separatismo, que incluye el odio a España como forma de
afirmarse, y para colmo, pagado con dinero de todos nosotros.

No estoy de acuerdo con que se politice la Navidad. No debe aprovecharse una fiesta de amor y unidad para seguir sembrando la semilla del separatismo
¿Tan difícil es respetar la inocencia de los niños y la magia de los Reyes de Oriente, dejándoles libres de banderas y de discursos políticos? ¿Tan difícil es no politizar las navidades?
Por favor,
señores nacionalistas, dejen ya de mezclar churras con merinas, respeten la
navidad, y hagan política donde se debe hacer: en las instituciones políticas, organismos oficiales, o en sus sedes de
partido.