domingo, 6 de abril de 2008

SOBRE BALANZAS FISCALES Y OTROS MITOS

Al respecto de la eterna reivindicación de los nacionalistas sobre las llamadas "balanzas fiscales", quiero resaltar dos artículos publicados recientemente.
En el primero, Francesc de Carreras hace un repaso sobre aquellos mitos que tradicionalmente utilizan los nacionalistas para apoyar su deporte favorito: el victimismo.
En el segundo, Joaquín Leguina se centra en desvelar lo absurdo del argumento de la balanza fiscal, tal como los nacionalistas la conciben: desde el punto de vista territorial.
Ambos pensadores tienen razón, y razones para argumentar. Y dado que será difícil que en esta legislatura nos libremos del chantaje político de los nacionalistas, merece la pena recordar estas consideraciones.


VICTIMAS DE NUESTROS MITOS
Francesc de Carreras, en LA VANGUARDIA

En Catalunya, la falta de crítica a determinados mitos dominantes conduce, a menudo, al ridículo y, casi siempre, a melancólicos callejones sin salida.

Haber declarado a Bono como uno de los más acérrimos anticatalanes - ¿quién se atrevería a negarlo en una de las muchas tertulias de los medios de comunicación?- puede hacer perder a CiU la vicepresidencia del Congreso, la presidencia de comisiones parlamentarias y no sé cuántos despachos y coches oficiales. Es decir, le hará perder influencia en Madrid. Pero da igual: aquella estética que, según Unamuno, ahogaba a los catalanes sigue haciendo estragos.

Lo mismo sucede con el trasvase de los ríos. Podría ser conveniente o inconveniente el trasvase del Ebro, aunque a la vista de las actuales restricciones es dudoso que la solución adoptada fuera la correcta. Pero, en todo caso, convertir el término trasvase en una palabra maldita sitúa al actual Govern en una posición inconsistente, como prueba el acuerdo del Consejo de Ministros de ayer. Otros sueñan, literalmente, con hacer llegar agua del Ródano: ¿acaso no hay movimientos ecologistas en el sur de Francia que intentarán impedirlo? Esta creencia de que los catalanes, por el mero hecho de serlo, lo tenemos todo pagado, sigue siendo nefasta.

Un tercer tópico es el de las balanzas fiscales, al parecer la clave que debe resolver todos nuestros problemas financieros. La causa de estos males no está, por supuesto, en que la Generalitat despilfarre el dinero en cuestiones inútiles. Entre otros ejemplos, tirar la casa por la ventana en Frankfurt cual nuevos ricos, gastar 32 millones en asesorías externas para tener contenta a la clientela de los partidos o financiar la apertura de fosas comunes a la búsqueda de los cadáveres de una guerra que terminó hace casi setenta años. No. La causa de nuestra hipotética mala financiación es que en Madrid hay alguien que esconde en un cajón las balanzas fiscales.

Publicarlas: otro mito inútil y perjudicial. No sé si las dichosas balanzas aportarán algo bueno, pero lo cierto es que, desde hace muchos años, se han ido publicando numerosos estudios sobre balanzas fiscales elaborados con criterios distintos y con resultados, lógicamente, contradictorios. El problema no es que se publiquen, sino que se elaboren unas balanzas bajo un único criterio acordado entre todas las partes. No están, por tanto, escondidas en un cajón, sino que falta establecer un único método para elaborarlas: una vez acordado se podrán conocer los resultados.
¿Se acuerdan ustedes de lo importante que era la desaparición de los gobernadores civiles? Hace más de diez años que dejaron de existir: ¿los catalanes somos más felices? Me temo que sucederá lo mismo con las balanzas fiscales. Los catalanes somos víctimas de nuestros propios mitos.


MAS DE LO MISMO
Joaquín Leguina, en su blog

Ya se anuncia la publicación –por cuenta del Gobierno y bajo presión catalana- de las muy reclamadas “balanzas fiscales”, consistentes en calcular cuánto pagan los ciudadanos de cada Autonomía al Estado y cuánto reciben de él. Pero este asunto resulta, desde su propio planteamiento, mentiroso e insolidario porque entre los contribuyentes controlados por la Agencia Tributaria no está –que se sepa- doña Cataluña, tampoco el señor Aragón, ni siquiera la señorita Andalucía. Vamos, que los territorios no pagan a Hacienda. Quienes sí pagan son los ciudadanos y lo hacen –como en cualquier sistema fiscal moderno- según su capacidad, es decir, que pagan más los que más tienen. Lo dice la Constitución y es, además, lo justo y razonable.

Pero al contribuyente de verdad no se le ocurre contabilizar lo que recibe del Estado y lo que paga en impuestos y tasas para ver cómo le ha ido su particular “balanza fiscal”. Imaginemos, sin embargo, que, en contra de toda evidencia, existe un Juan Gómez -insolidario y algo tarado- que hace esas cuentas y resulta que la “balanza” personal le sale negativa. ¿Alguien le haría caso si este señor se presentara con una pancarta protestona ante el número 2 de la Calle de Alcalá en Madrid, sede del Ministerio de Hacienda, pidiendo que le equilibren su balanza fiscal? Nadie atendería sus estúpidas demandas, porque hasta los niños saben que si todas las “balanzas fiscales” estuvieran equilibradas, los impuestos no servirían para nada.

Y si a este señor Gómez nadie le daría ni cinco de “bolilla” en sus extravagantes pretensiones fiscales… ¿por qué se atiende –¡y de qué modo!- al señor Castells (Consejero de Hacienda de Cataluña, que dice ser socialista) cuando plantea – una y otra vez- su impúdica -y antisocialista- cantinela de la balanza fiscal?

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