lunes, 15 de marzo de 2010

Ignacio Camacho: 'Silogismos sobre el IVA'

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(ABC).- SILOGISMO político: Zapatero dijo que bajar los impuestos es de izquierdas; Zapatero va a subir el IVA, luego Zapatero no es de izquierdas. ¿Verdadero o falso? Falso de toda falsedad porque se basa en una falsa premisa, es decir, en lo que dijo Zapatero; la realidad es que pocas medidas son más propias de la izquierda que subir los impuestos. Ergo lo más falso de este silogismo es el propio presidente, al que para entender hay que escuchar en la única ocasión en que ha dicho palmariamente la verdad: cuando afirmó que para él las palabras están al servicio de la política. De hecho, ahora proclama que sube el IVA para recaudar más y sostener así su política de izquierdas. Pero esto también resulta, o puede resultar, falso. O como mínimo erróneo.

Veamos. Sin duda es verdadera la intención de aumentar la recaudación a través del incremento del IVA, bien para enjugar el abultado déficit o para sufragar los disparados subsidios. Pero puede ser falsa la consecuencia si la subida repercute en un frenazo del consumo que frustre los ingresos suplementarios. Esto sucederá probablemente en el caso de que los empresarios y comerciantes trasladen el aumento a los precios. Pero si deciden asumirlo ellos para no perder ventas tendrán que reducir sus márgenes, y entonces decrecerá la recaudación del impuesto de sociedades porque ganarán menos. Otra posibilidad es que absorban el alza a través de un ajuste de costes, lo que repercutiría en el empleo, y entonces estaríamos ante un efecto diabólico: una medida fiscal decidida para obtener fondos con los que pagar el sobredimensionamiento del desempleo acabaría provocando precisamente más paro. ¿Otro silogismo? Por desgracia no; la economía funciona con una lógica relativa pero desde luego no es abstracta: tiene secuelas perfectamente reales. Y una de ellas suele ser que la elevación de los impuestos conduce a un empeoramiento de la actividad productiva. Aplicado a la política, eso se llama fracaso. Y no se puede disimular acudiendo al concurso favorable de las palabras.

Como tampoco se puede disfrazar el impacto matemático de la subida. Dos puntos en unos casos y uno en otro, dice el Gobierno, con razón objetiva, pero tratando de producir una confusión inducida a través de una verdad a medias: el IVA va a subir dos puntos o uno, pero no un uno ni un dos por ciento. Una sencilla regla de tres permite concluir que si estaba en el 16 por ciento y va a pasar al 18, sube un 12,5 por ciento respecto del porcentaje actual, y si estaba en el 7 y pasa al 8 sube un 14,2 por ciento. Esto sí es un silogismo, que sirve para demostrar que no sólo las palabras, sino también los números pueden quedar al caprichoso servicio de la política; ya decía Borges que la democracia es a veces un abuso de la estadística. Lo que no parece tan claro es que estén al servicio de la economía. Ni del empleo.

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