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Ayer se entregó en Barcelona el XV Premio a la Tolerancia al humorista Antonio Mingote, al que tuve el honor de asistir junto con otros miembros de Ciudadanos (C's), además de nuestros anfitriones los miembros de la Asociación por la Tolerancia.
Ayer se entregó en Barcelona el XV Premio a la Tolerancia al humorista Antonio Mingote, al que tuve el honor de asistir junto con otros miembros de Ciudadanos (C's), además de nuestros anfitriones los miembros de la Asociación por la Tolerancia.
El maestro Mingote es con toda seguridad el humorista más respetado y admirado por toda la ciudadanía española, e incluso hasta por la mayoría de nuestros políticos. Y digo "la mayoría" porque no todos han respetado su capacidad de análisis y síntesis de la realidad que nos rodea. Fiel testigo de los hechos, Mingote ha sabido siempre resumir en una viñeta lo que a otros periodistas les llevaría todo un artículo. Así lo ha hecho siempre, incluso aquel 1 de junio de 1994, cuando publicó la viñeta que provocó las iras de Rosa Díez, la cual interpuso una demanda civil contra el diario Abc y el humorista Mingote, por "agresión contra la comunidad autónoma, negligencia e imprudencia".
En recuerdo de aquella desaforada reacción de la hoy lideresa fucsia contra Mingote, recojo aquí el artículo publicado en Alerta Digital por Armando Robles.
Una parte de la derecha social española anda siempre con el paso cambiado. Tan cambiado que es capaz de convertir en 'virtudes teologales' la ejecutoria política de una mujer como Rosa Díez. Desde algunas plataformas sociales y mediáticas se pretende inducir al electorado hasta ahora del PP hacia la formación política que lidera la ex consejera vasca. Las virtudes políticas de Rosa Díez, sin embargo, son de signo humanístico bien distinto al que supuestamente se preconiza y defiende desde esos sectores ideológicamente tan erráticos. De entrada, que Rosa Díez se declare atea, pro-abortista, feminista recauchutada, defensora de Educación para la Ciudadanía, entusiasta del laicismo militante y apologista de los derechos de gays y lesbianas, entre otras perlas, debería ser una razón suficiente de peso para que la emisora de los prelados abominase políticamente de ella. No imagino a los voceros de la izquierda social elogiando las virtudes políticas de María San Gil. ¿Por qué entonces se defiende la opción de Rosa Díez como la más deseable frente a la indeseable deriva del partido de Rajoy? Pues porque una parte de la derecha social española está más perdida que la pulcritud en labios de Belén Esteban. Y así les va.
Como argumento mayor, utilizan los apologistas de Rosa Díez su compromiso con la defensa de España frente a los nacionalismos excluyentes. Acabóse. Veamos dónde nos lleva esa pretendida defensa de España. De momento a hacer un poco de historia.
Como argumento mayor, utilizan los apologistas de Rosa Díez su compromiso con la defensa de España frente a los nacionalismos excluyentes. Acabóse. Veamos dónde nos lleva esa pretendida defensa de España. De momento a hacer un poco de historia.
Antes de fundar su propio partido, Rosa Díez ocupó importantes cargos vinculados al Partido Socialista de Euskadi. La irrupción de su fama nos llegó desde la Consejería de Turismo, de la que fue titular, gracias a la coalición entre su partido y el PNV. En aquellos años de oropeles y de pisar moquetas, la situación en el País Vasco no era algo que ni remotamente quitara el sueño a la bachiller de Sodupe (Vizcaya). Decía entonces Rosa Díez que "la realidad del País Vasco era la de sus gentes, una versión distinta a las historias que se contaban, siempre centradas en el terrorismo".
Durante el tiempo que fue consejera de Turismo, entre 1991 y 1998, la banda terrorista ETA asesinó a 138 personas. De ellas, 57 en el País Vasco.
La describe muy bien Calleja al exhibir sus contradicciones. 'Esta multitud de sangre no hizo cambiar de idea a Rosa Díez, que seguía animando a la gente a venir a la comunidad autónoma vasca y luego contarlo. Rosa Díez pensaba entonces que la gente exageraba, que se contaban historias de Euskadi que no eran ciertas, que se distorsionaba lo que en realidad pasaba en el País Vasco, que la verdadera vida vasca aparecía opacada siempre por el terrorismo, cuando paseando por sus calles y conociendo a sus gentes, decía ella con entusiasmo, se podía comprobar que no era para tanto: 57 muertos en el País Vasco durante su estancia en el Gobierno de coalición con el PNV. No, querida Rosa, no era para tanto.
"Ven y cuéntalo", decía el mensaje que una agencia de publicidad, formada por ex radicales vascos, hizo para la entonces consejera de Turismo, que no toleraba por aquel entonces, como ahora tampoco, la menor discrepancia con lo que ella propugnaba.
Así, Rosa Díez empitonó a un humilde Mingote, el humorista de ABC, que se atrevió a hacer una broma y decir que mejor no contar lo que pasaba en el País Vasco'. Rosa Díez se querelló contra el veterano humorista, mientras el mundo abertzale la entronizaba como una de las más acervas defensoras de la amnesia como doctrina al servicio de la causa vasca. Hasta el mismísimo Goebbels nos habría escandalizado de habérsele ocurrido un lema turístico tan desvergonzado en medio de aquella Alemania dominada por el terror nazi.
Rosa Díez gobernó dos legislaturas con los nacionalistas. Cuenta también Calleja que cuando los socialistas abandonaron el Gobierno vasco por voluntad propia, al comprobar que el PNV iniciaba la deriva hacia la coalición nacionalista radical, Rosa Díez se fue del Gobierno a regañadientes. Añade que según cuentan sus compañeros de partido de entonces, fue a la que más le costó aceptar la decisión y dejar su sillón de consejera.
Rosa Díez se dedicó luego a orillar el liderazgo de Nicolás Redondo Terreros y a encabezar en 1999 la lista del PSOE al Parlamento Europeo. Su nada ejemplar trayectoria política nos dibuja el perfil de una política logrera y ambiciosa que puede ser capaz de calentar su discurso bajo el sol que más le convenga. Hoy todo son reproches a la política antiterrorista, al soberanismo del PNV, al matonismo de la izquierda abertzale, al adoctrinamiento de los escolares vascos, a la tibieza de algunos socialistas vascos, sin que los casos reseñados, tan graves y canallescos hoy como entonces, le ocuparan demasiado tiempo en su etapa al frente de la Consejería de Turismo. ¡Ven a nuestra Arcadia feliz y cuéntalo!, nos decía la farsante en las mismas fechas del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, querellándose luego con quien no quiso contar la otra cara de Euskadi, la que ahora le quita el sueño.
Pero además de sus contradicciones y de su gigantesco oportunismo, lo peor de Rosa Díez sigue siendo su raquitismo intelectual. Su penuria argumental es bastante conocida, así como la falta absoluta de ideas de todo aquello que no tenga que ver con el monotema vasco, visto claro está desde la perspectiva actual y no desde aquella visión ("Ven y cuéntalo") de consejera de Turismo 'ciega y muda' en medio de aquel Gobierno autonómico presidido por el mismo PNV de ahora. Las conversiones brutales, como esos espejos cóncavos de feria, distorsionan mucho la realidad. Es lógico por tanto que Pío Moa halle en Rosa Díez y no en Rafael López-Dieguez su mejor fuente política de inspiración.
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