En su blog, Santiago González, no puede evitar hacer una interesante reflexión sobre uno de los temas estrella de los últimos días: la foto de Soraya Sáenz de Santamaría que acompaña a su entrevista en el MAGAZINE de EL MUNDO.
Del Magazine a primera página
18 de enero de 2009.- Con permiso de Stanley Kramer. Ha sido un hecho periodístico sorprendente el ascenso de Soraya Sáenz de Santamaría a la primera página de EL MUNDO. Contra lo que se viene manteniendo en el periódico, el mérito no pertenece enteramente a la portavoz del Grupo popular en el Congreso de los Diputados ni a Mariano Rajoy.
Es muy notable, por ejemplo, el hecho de que una entrevista planteada en plan -toma ya aliteración- "Soraya, esa desconocida", "Soraya íntima", "De mujer a mujer" (no se debe olvidar aquí el factor entrevistadora) para ser publicada en el Magazine del diario, haya alcanzado ¡por dos veces! la primera página de El Mundo y el editorial y dos páginas interiores de hoy.
Esto, que ya de por sí es bastante notable, no llega a ser tan extraordinario como el hecho de que la entrevista matriz de este despliegue informativo no merezca la portada en el propio Magazine. El lugar de honor lo ocupa una foto un retrato de Obama de 1980, con anuncio de reportaje en páginas interiores. "Obama en estado puro. Las fotos de la inocencia perdida del presidente de EEUU".
En la vida real pasa a menudo, buscando la inocencia perdida de un presidente te encuentras la culpabilidad insospechada de una portavoz. Catorce fotos de Obama en seis páginas de revista frente a una de Sáenz de Santamaría en dos páginas. También goza de más despliegue la entrevista que Arcadi Espada le hace a Fernando Savater (cuatro páginas), un tejo de 2.000 años en Asturias (cinco fotos y tres páginas) y un reportaje sobre los cocineros españoles que renunciaron a las estrellas Michelin (tres fotos y tres páginas).
Se ha comparado la foto de la portavoz popular con el célebre posado de las ministras socialistas en 'Vogue'. Hay algunas diferencias: para aquella foto se cedió a una revista de moda un espacio público, las escaleras de La Moncloa en las que el presidente se retrata en las actividades de su oficio: saludando a Abu Mazen, a Condoleeza Rice, a Chávez, Ibarretxe y el taxista de Revilla, en la que ofrece las ruedas de prensa de extraordinario relieve, como la que coprotagonizó junto a la entonces ministra de Vivienda para dar a conocer el logro histórico de los 210 euros para el alquiler de los jóvenes. Para la foto de la portavoz, fue el periódico el que pagó la habitación del hotel en la que se hizo la foto.
El 30 de diciembre, día de la foto, el Congreso estaba en vacaciones parlamentarias y la diputada popular era una particular a los efectos que empleó tres horas de su tiempo en su aventura glamurosa, mientras ocho ministras y el presidente del Gobierno, que asistió de 'voyeur', emplearon una jornada de su trabajo (que es el nuestro) en posar para 'Vogue'. Como detalle añadido, recuerden a la ministra de la causa ecologista sentada sobre el forro de pieles de animales que los estilistas de la publicación habían dispuesto al efecto.
La socialdemocracia transita mucho mejor entre lo público y lo privado en todos los órdenes de la vida. No hubo un solo socialista que hiciera la menor crítica de aquella foto errónea, mientras es en el PP donde las críticas contra el posado de S.S. de S. son más virulentas, por parte, precisamente, de quienes se recreaban en el calambur de su nombre: Sor Aya.
El PSOE, íntimamente complacido por marcar tendencia, ha hecho pacto de silencio: que el trabajo se lo hagan ellos. El presidente del PP, último destinatario de las críticas, absuelve retrospectivamente las fotos de Vogue, en una última muestra de 'nonsense' de todo este asunto. La penúltima fue el expediente a Nebrera, con el que la diputada catalana y su partido se arrogaron el protagonismo que con toda justicia correspondía a la ministra de Fomento. ¿Estamos ante una metáfora de la política española?
18 de enero de 2009.- Con permiso de Stanley Kramer. Ha sido un hecho periodístico sorprendente el ascenso de Soraya Sáenz de Santamaría a la primera página de EL MUNDO. Contra lo que se viene manteniendo en el periódico, el mérito no pertenece enteramente a la portavoz del Grupo popular en el Congreso de los Diputados ni a Mariano Rajoy.
Es muy notable, por ejemplo, el hecho de que una entrevista planteada en plan -toma ya aliteración- "Soraya, esa desconocida", "Soraya íntima", "De mujer a mujer" (no se debe olvidar aquí el factor entrevistadora) para ser publicada en el Magazine del diario, haya alcanzado ¡por dos veces! la primera página de El Mundo y el editorial y dos páginas interiores de hoy.
Esto, que ya de por sí es bastante notable, no llega a ser tan extraordinario como el hecho de que la entrevista matriz de este despliegue informativo no merezca la portada en el propio Magazine. El lugar de honor lo ocupa una foto un retrato de Obama de 1980, con anuncio de reportaje en páginas interiores. "Obama en estado puro. Las fotos de la inocencia perdida del presidente de EEUU".
En la vida real pasa a menudo, buscando la inocencia perdida de un presidente te encuentras la culpabilidad insospechada de una portavoz. Catorce fotos de Obama en seis páginas de revista frente a una de Sáenz de Santamaría en dos páginas. También goza de más despliegue la entrevista que Arcadi Espada le hace a Fernando Savater (cuatro páginas), un tejo de 2.000 años en Asturias (cinco fotos y tres páginas) y un reportaje sobre los cocineros españoles que renunciaron a las estrellas Michelin (tres fotos y tres páginas).
Se ha comparado la foto de la portavoz popular con el célebre posado de las ministras socialistas en 'Vogue'. Hay algunas diferencias: para aquella foto se cedió a una revista de moda un espacio público, las escaleras de La Moncloa en las que el presidente se retrata en las actividades de su oficio: saludando a Abu Mazen, a Condoleeza Rice, a Chávez, Ibarretxe y el taxista de Revilla, en la que ofrece las ruedas de prensa de extraordinario relieve, como la que coprotagonizó junto a la entonces ministra de Vivienda para dar a conocer el logro histórico de los 210 euros para el alquiler de los jóvenes. Para la foto de la portavoz, fue el periódico el que pagó la habitación del hotel en la que se hizo la foto.
El 30 de diciembre, día de la foto, el Congreso estaba en vacaciones parlamentarias y la diputada popular era una particular a los efectos que empleó tres horas de su tiempo en su aventura glamurosa, mientras ocho ministras y el presidente del Gobierno, que asistió de 'voyeur', emplearon una jornada de su trabajo (que es el nuestro) en posar para 'Vogue'. Como detalle añadido, recuerden a la ministra de la causa ecologista sentada sobre el forro de pieles de animales que los estilistas de la publicación habían dispuesto al efecto.
La socialdemocracia transita mucho mejor entre lo público y lo privado en todos los órdenes de la vida. No hubo un solo socialista que hiciera la menor crítica de aquella foto errónea, mientras es en el PP donde las críticas contra el posado de S.S. de S. son más virulentas, por parte, precisamente, de quienes se recreaban en el calambur de su nombre: Sor Aya.
El PSOE, íntimamente complacido por marcar tendencia, ha hecho pacto de silencio: que el trabajo se lo hagan ellos. El presidente del PP, último destinatario de las críticas, absuelve retrospectivamente las fotos de Vogue, en una última muestra de 'nonsense' de todo este asunto. La penúltima fue el expediente a Nebrera, con el que la diputada catalana y su partido se arrogaron el protagonismo que con toda justicia correspondía a la ministra de Fomento. ¿Estamos ante una metáfora de la política española?
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