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Francesc de Carreras Serra: "La autodeterminación es un simple invento ideológico"
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Siempre crítico con el nacionalismo, Francesc de Carreras Serra ha apoyado con sus escritos el bilingüismo en la escuela y en las Instituciones políticas y culturales así como la expresión natural y real de la sociedad catalana. De igual manera, ha combatido la utilización de la lengua y la cultura catalana con fines políticos. Francesc de Carreras Serra fundó El foro Babel, y años mas tarde fue uno de los quince intelectuales que propusieron a la sociedad catalana un nuevo partido político "no nacionalista" mediante dos manifiestos de gran éxito que dio origen a Ciudadanos (julio del 2006).
LD (Carmen Leal – Especial para Libertad Digital) Francesc de Carreras Serra (Barcelona 1943) es catedrático de Derecho Constitucional en la Facultad de Derecho de Barcelona. Activo antifranquista, perteneció al PSUC, partido que abandonó al verificar que se inclinaba hacia el nacionalismo. Fue uno de los expertos juristas que aconsejaba a la Generalidad entre 1981 y 1998 (Consejo Consultivo).Como comentarista político ha colaborado en El País, El periódico de Cataluña y actualmente en La Vanguardia con artículos de gran enjundia.
¿Puede hacer un juicio de la situación política actual?
La pregunta es muy amplia. Quizás podría contestarse diciendo que la situación actual, en sus aspectos básicos, deriva de la combinación del resultado de las últimas elecciones generales y de la incapacidad para el entendimiento entre el PSOE y el PP. Zapatero ganó las últimas generales con un resultado que ponía las cosas difíciles: para alcanzar la presidencia tuvo el soporte parlamentario de ERC e IU. Para empezar no estaba mal, quizás no había otra solución. Pero después debía haber maniobrado con la inteligencia suficiente para pactar los asuntos de Estado con el PP y los demás con los partidos minoritarios que le apoyaban. Su gran error ha sido querer hacer una reforma territorial, que no tenía prevista, con los partidos nacionalistas, da igual que sea con ERC que con CiU, PNV, IU, o con el PSC. Que cada vez es más díscolo dentro de la familia socialista. Lo peor del pacto que condujo a la aprobación del Estatuto de Cataluña es que ha iniciado una dinámica que no se sabe hacia adonde conducirá, de momento un viaje a ninguna parte. No es sólo un error que ahí se queda (como por ejemplo, su política antiterrorista fundada en la ingenua confianza de que ETA llegaría a pactar) sino con consecuencias imprevisibles de futuro. Como he dicho tantas veces, lo grave de todo ello no es que "España se rompa", como se decía desde sectores del PP, si no de que el Estado se desorganice y funcione peor: con más costes económicos y con peores servicios y prestaciones. La imprevisión – y este es un caso claro de imprevisión – siempre es muy mala en asuntos de tanta importancia.
¿Cuál podría ser la solución? Porque si gana el PP y se alía con CiU y si gana el PSOE de ZP y sigue otros cuatro años con los nacionalistas........ ¿a dónde vamos?
La solución que veo más clara es la que está implícita en la respuesta anterior: gane PSOE o gane PP, que se comprometan a pactar entre ellos, sobre todo, tres asuntos de Estado: organización territorial, política antiterrorista y política internacional. En estas cuestiones, cualquier desacuerdo entre ellos conduce al desastre o a la nada. Creo que una política en que estos pactos de Estado quedaran claros, tendría el soporte de una gran parte de la opinión pública española, se restablecería la confianza en las políticas y disminuiría la crispación actual.
¿Hay espacio político real para una nueva formación que actúe como bisagra para que los partidos nacionalistas no sean determinantes en la gobernabilidad dado que es difícil obtener mayorías absolutas? ¿Cómo debería ser ese partido, a semejanza del P. liberal alemán que en Alemania dio tan buen resultado?
El sistema electoral español, aunque en teoría es proporcional, en realidad tiene efectos mayoritarios en casi todas las provincias, al ser éstas de pequeño tamaño, y favorece claramente a los dos grandes partidos. Por tanto, dificulta enormemente, el éxito de un tercer partido. El CDS de Suárez, el Partido Reformista de Roca, el PCE y luego IU, lo ponen de manifiesto. Pero en la actualidad, la dura y perjudicial confrontación entre PP y PSOE en todas las materias creo que lleva a que mucha gente se dé cuenta de la necesidad y conveniencia de ese tercer partido. Creo que muchos ciudadanos que están tentados de abstenerse pueden llegar a confiar en una formación que aporte racionalidad y antisectarismo a la política española. El peso parlamentario de ese partido será, por el momento, forzosamente escaso. Pero, sobre todo, puede resultar influyente en la opinión pública y condicionar así ideas y actitudes del PSOE y el PP. Así, aunque cuantitativamente sea poco decisivo puede resultar cualitativamente muy influyente. En Cataluña, Ciudadanos ya está resultando mucho más influyente por sus ideas que por sus votos en el Parlamento.
¿Estaría de acuerdo en que se constituyese un gobierno de concentración de todos los partidos de ámbito nacional?
No creo que ello sea posible, ni siquiera conveniente. Cada uno tiene su espacio, sus votantes, su perfil propio en muchas cosas. Al que está en el gobierno le conviene tener una oposición. Otra cosa es que, como he dicho, creo que la solución pasa por encontrar un pacto de Estado en algunas materias, las que antes he señalado. En definitiva, volver a la situación de antes de 2004: acuerdos en materia de autonomías, antiterrorismo y política internacional, sobre todo. Aznar se equivocó gravemente no acordando con el PSOE la política internacional cuando apoyó la guerra de Irak y el giro que ello suponía. Pero en política antiterrorista y territorial había acuerdo desde la época de Felipe González. Zapatero rompió estos dos acuerdos e inició políticas territoriales y antiterroristas nuevas por razones tácticas, para tener el apoyo parlamentario de los partidos nacionalistas. Ha sido un grave error, una irresponsabilidad, la causa de muchos problemas actuales, nuevos problemas inútiles que nos impiden prestar atención a los importantes.
¿Reformaría la Constitución o solamente la ley electoral? Hay ya una propuesta seria hecha por técnicos y presentada por cinco asociaciones civiles Foro Ermua, Convivencia Cívica Catalana, Fundación Papeles Ermua, Fundación Concordia, Fundación en Defensa de la Nación española ya presentada en el Casino de Madrid hace unos días.
Soy poco partidario de reformar constituciones, normas estables por definición. Pero tampoco creo que haya de temer a las reformas necesarias. Si hubiera una imprescindible necesidad y, sobre todo, consenso general, quizás se debería hacer algún cambio, sobre todo para cerrar el modelo de Estado autonómico en un sentido federal: enumerar las comunidades existentes, constituir un senado representativo de dichas comunidades y establecer un definitivo reparto de competencias. Cuatro o cinco artículos a lo más. Creo que el proyecto a que se refiere – que conozco sólo de manera superficial – pretende cambiar demasiados preceptos. No creo que sea necesario y, además, es poco realista. Lo que se puede cambiar por ley es mejor, de momento, no cambiarlo mediante reforma constitucional.
En esta propuesta de reforma de la Constitución de la que hablamos, en el art.1.2 solamente habla de Nación española, suprime "nacionalidades y regiones " y alude solamente a "Autonomías, provincias y municipios".
No considero imprescindible hacer este cambio. Entraríamos en un debate bastante inútil en un frente más simbólico que otra cosa. En realidad, no pasaríamos de ahí y no se podría llegar a al necesario consenso en otras cosas más substanciales.
Hay una gran confusión entre las dos acepciones de la palabra "nación". Se confunde la "nación cultural", con la "nación-estado". Para algunos la "nación cultural" es la única verdadera porque la nación-estado es artificial. Para los nacionalistas Cataluña es nación y España solamente es Estado, no es "nación cultural" ¿qué opina?
La nación es el conjunto de ciudadanos españoles, ahí es donde reside la soberanía. El Estado es la organización que ejerce el poder jurídico-político dentro del marco constitucional. Las naciones culturales, por lo menos en Europa occidental, creo que son cosas del pasado, cuando las sociedades eran muy homogéneas. Hoy en día las sociedades son enormemente plurales, cada vez más. La inclusión del término "nacionalidades y regiones" en el art. 2 de la Constitución hace referencia a la existencia en España de sociedades con elementos diferentes entre sí – los "pueblos de España" aludidos en su preámbulo - lo cual es una realidad, como sucede también en Italia, Alemania, Gran Bretaña y tantos otros países. Quienes intentan confundir nación con Estado son los nacionalistas, tanto españoles como catalanes, vascos, gallegos, andaluces, etc. Lo que está claro en la Constitución es que la soberanía está en el pueblo español, es decir, en la nación española entendida como conjunto de ciudadanos españoles, cualquiera que sea su origen.
Hay una tendencia en Europa hacia la descentralización, pero no hacia la disgregación de los Estados, de tal forma que en Alemania están restringiendo competencias a los landers (territorios equivalentes a las comunidades autónomas en España).
La tendencia decisiva en Europa es la integración, la integración en la Unión Europea. Cada vez más, los Estados – aún siendo formalmente soberanos – están sometidos al proceso de integración y a sus órganos se les impone, en muchos casos, normativas uniformes para toda Europa. En ciertos aspectos de capital importancia – y no sólo de carácter económico – los parlamentos nacionales y autonómicos se limitan a trasponer y adaptar las normas aprobadas por Bruselas. Efectivamente, la descentralización política interna de los Estados aumenta y no puede separarse de esta creciente integración de Europa. En la práctica, estamos más cerca de los Estados Unidos de Europa de lo que creemos, no sólo por la Unión Europea sino también por la unidad jurídica que supone el Convenio Europeo de Derechos Humanos, cuya aplicación repercute mucho más allá de los simples derechos individuales. La reciente reforma alemana, efectivamente, ha efectuado algunas modificaciones en el reparto de competencias, pero más bien ha retornado competencias a los landers, no les ha restringido competencias. Lo que se debe buscar con las reformas competenciales es eficacia y eficiencia, es lo que han hecho los alemanes. Aquí, equivocadamente, solo parece preocuparnos la "identidad colectiva", un término con muy poco sentido desde el punto de vista jurídico. Si el principio de subsidiariedad operara como criterio para repartir competencias en lugar de estas supuestas identidades colectivas, iríamos mucho mejor.
La autodeterminación es una reivindicación vieja de los nacionalismos vasco y catalán. Se habla de ella hasta en los libros de texto escolares y no como hecho histórico que permitió a partir de los 14 puntos de Wilson llegar a un acuerdo en la guerra mundial y después en la descolonización de las potencias europeas, sino como una reivindicación del País Vasco y Cataluña asemejándolas a "colonias" españolas. Hábleme de ello.
Ni el derecho interno español, ni el derecho internacional, permiten ningún derecho de autodeterminación en Cataluña o el País Vasco. Es un simple invento ideológico de los nacionalistas sin la menor base jurídica. La soberanía está en el pueblo español, como dice el apartado 2 del art. 1 de la Constitución. El derecho de autodeterminación es algo totalmente ilusorio. Pero los nacionalistas vascos y catalanes lo seguirán reclamando, con más o menos énfasis, según la táctica del momento, mientras sean nacionalistas. Está en su naturaleza.
La ciudadanía española esta muy harta de los nacionalismos ¿cuál es la solución, la "conllevancia" que decía Ortega y Gasset?
Admiro mucho a Ortega, lo he leído mucho y lo sigo leyendo con placer y provecho. Pero su idea de "conllevancia" responde a una formulación nacionalista. Los pueblos no se "conllevan" entre sí, son los individuos quienes conviven entre sí. Una nación de ciudadanos es una nación en la que todos tienen los mismos substanciales derechos y deberes, algo elemental en una convivencia basada en la libertad. No se trata de tribus (o de rebaños) que se "conlleven", se trata de ciudadanos que convivan en paz entre ellos mediante el respeto a las leyes. Esto significa una organización política. Este es el ideal de un municipio, de una comunidad autónoma, de España o de Europa. En todos estos ámbitos hay ciudadanos. Ahora hay que ir por una ciudadanía mundial, algo todavía desgraciadamente lejano pero más cercano que hace cincuenta años. Volviendo a su pregunta. La solución a la "conllevancia" de Ortega ha sido la actual Constitución española. Fíjese que muchos nacionalistas catalanes siempre dicen que la "conllevancia" es la solución entre "Cataluña y España". Son aquellos que no creen que la Constitución española sea la solución porque no creen en una idea de ciudadanía como igualdad de derechos, sólo creen en identidades nacionales colectivas en perpetuo estado de confrontación y, si son moderados, de conllevancia.
viernes, 8 de febrero de 2008
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